Tras 70 años Land Rover pone fin al más icónico de sus modelos
El modelo Defender de Land Rover es cúbico, agreste y querido. A principios del próximo año será historia.
Durante siete décadas, el vehículo ha cambiado muy poco a partir de un diseño muy simple esbozado originalmente en la arena de la playa en 1948, cuando se bautizó Serie I. Placas de aluminio, un parabrisas prácticamente sin inclinación, una parrilla hecha para soportar pesados portaequipajes o cuerpos de leones y una rueda de auxilio enganchada en la puerta trasera.
Esta contundente propuesta ha encantado a clientes que van desde ganaderos ovinos ingleses hasta Winston Churchill y la Reina Isabel II. El Defender ha transportado a soldados en la Guerra de Corea, a voluntarios de la Cruz Roja y a Lara Croft en la película Tomb Raider. En enero, su viaje llegará a su fin y la compañía aún no ha anunciado cuando llegará un reemplazante.
El vehículo, sinónimo de la vida campesina británica, se ha vuelto tan anacrónico como la cacería de zorros. Sus superficies de metal crudo se contraponen a los estándares de seguridad peatonal. Sus emisiones de dióxido de carbono duplican el patrón vehicular europeo y no posee pantallas táctiles, conectividad móvil o cargador inalámbrico para celulares. ¿Airbags? Buen intento.
“Es momento de pasar a un nuevo capítulo”, dijo Nick Rogers, jefe de ingeniería de Land Rover.